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      Image Tatá Jurhíata sésekua jimbó: Terútsemue sesï, janóe sani ixú ini P'urhé irétani jimbó, juchári anápu jimbó kurhámukukua ka uandákua etsákutarakuarhu. Jué je kúngorhentani iámenduecha, jué je sesï pájperani. Ka jaué je iasï k'oru p'ískuntani, uinháskuntani ka anháxustantani juchári iréchekuani, jurhéngorhekua juchari Naná ka Tatá K'eri Tu anápuecheri. Jué je iámenduecha janhánarhiani juchári T'arhésïchani ka Tukupuachaéchani, Naná-Tatá Kuerájperini ka K'eri Kurhíkuaerini ambé; indé jindésti juchári jakájkukua ka janánharhikua. Juéchka je iámenduecha jarhóajpeni ka jarhoájperani sani ixujtu...
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    • Una platica con Tatá Julio Granados Asencio, músico Purépecha. Uno no elige la música como profesión...

      Por: Julian Martinez / Cactux.mx

      Si supieras... Antes era bien difícil la vida de músico. De aquí nos íbamos caminando todo el día. Salíamos a las cinco de la mañana para ir a Pamatácuaro. Nos íbamos por todo el camino viejo y allí por Patamban hacíamos ya la lumbre para almorzar. Llegábamos a las cinco de la tarde allá a Pamatácuaro y empezábamos a tocar a las seis. Eran días en que llueve mucho, y pues uno no era delicado, así que dijeras, que lleváramos para cambiarnos, sino que llegábamos y así bien empapados comenzábamos a tocar, a darle macizo... Ora no. Ahora ya los lleva el autobús, los espera en la puerta y los deja al pie del escenario y hasta los está presionando ¡ya vámonos, ya vámonos!... No... Los músicos de antes sufrieron mucho”[1]

      Músico desde los 11 años, Tatá Julio Granados Asencio comenzó a componer apenas dos años después. Para cuando cumplió 17, ya su padre le había encomendado la tarea de hacerse cargo de La banda de Ichán. Es el séptimo de los hijos de Francisco Granados Domínguez, uno de los pilares y formadores de la música de Ichán de quien se recuerda en particular una polka para dos clarinetes y dos trombones.

      Uno no elige la música como profesión, es la música la que lo elige a uno, reza una frase gastada utilizada en las escuelas de música académica. Pero aquí se entiende a la perfección. “Yo, no quería ser músico” dice “porque veía que mi padre sufría pues mucho. Ahora digo ¡hijo de la fregada!¡Cómo sí le aguanté!”.

      Hijo de músicos, padre de músicos, nació el 12 de abril de 1942 en la cañada de los once pueblos. Es uno de los pocos “antiguos” que de alguna manera se han conservado activos musicalmente y su nombre, conocido en todas las regiones purépecha sigue siendo una referencia directa al universo musical tradicional de la región. Se ha salvado del vendaval aquel que vino hace unas dos décadas y que instauró la música grupera relegando a la inactividad a todos los de su generación, pues los músicos antiguos ya no podían bailar en el escenario ni cuadraban con la imagen que marcaban los nuevos cánones. A tatá Julio le tocó sobreponerse a esos nuevos usos que inyectaron en las bandas la necesidad de “mejorar”, de “estar a la moda”. Y como él, quedaron varios en el camino, como Tatá Simón Francisco de la banda Santa Rosa, a quien mandaban a dormir a la hora de “echar el baile” o el maestro de la banda Diamante, Roberto Vargas, a quien ya nada más invitaban para dirigir “obras”[2].

      Para el presente texto, visito a Julio Granados en su casa de Ichán. A pesar de sus 73 años y la vista nublada por la enfermedad, está a punto de irse a la vecina comunidad de Tanaco a la fiesta del pueblo. Quiere ir a escuchar las bandas que vienen de Turícuaro y de Nurío. Iremos a escuchar las overturas, la competencia que se desarrolla a medio día saliendo de misa, aunque me dice:

      “No, ya no son competencias... ¡Antes eran de verdad competencias! Las gentes pues gritaban ¡Abajo Ichán, jijos de esto, jijos de aquello! Lo mismo pues que les gritaban a todas las bandas. Y cuando venían a contratarnos nos avisaban qué banda iba a ir, con cuál nos íbamos a topar, para que así fuéramos bien preparados”.

      Ahora en cambio, se compite contra las bandas de Guanajuato, muy socorridas para las fiestas de nuestros pueblos, que aunque tienen alto grado de maestría en la ejecución, tienden a abordar temas de RayConniff o arreglos simplistas tomados de las versiones para televisión de El vuelo del abejorro, de RimskyKorsakov. O peor aún, música de videojuegos.

      Aquel ambiente de antes en el que se desarrollaba, dictaba su manera de componer. Era necesario conocer a la perfección los estilos de abajeños o sonecitos adecuados para cada momento de la fiesta o del ritual. Y es justo ese tipo de labor lo que marca la diferencia con lo que de música purépecha se produce en la actualidad. Así como fueron cambiando las costumbres, poco a poco dejó de ser necesario aquel tipo de trabajo con dedicatoria, por decirlo de alguna manera.

      “Yo componía según la ocasión. Ya fuera para causar alegría o para causar tristeza” me dice.

      ¿Para causar tristeza?, le pregunto, aun cuando sé que es uno de los últimos músicos que conocen hasta los detalles más finos de la organización, función y estructura de la música Purépecha.

      “Sí -responde-, por ejemplo, cuando un señor estaba entregando a su hija que se iba a casar, yo le componía un sonecito, así, triste, para que se acordara siempre de ese momento, para que lloraran pues a gusto. Ya luego, muchos años después me pasaba que andaba tocando y luego se me acercaba una persona y me decía: Ta´ Julio, ese son que estás tocando es del año 65, lo compusiste cuando...”

      Esta práctica casi se ha perdido, y quizás sólo se encuentra con Tatá Leodegario Sebastián quien siempre procura componer abajeños nuevos para las fiestas del 2 de febrero y 15 de agosto en Comachuén, o cuando va a grabar, como lo hizo con la Banda Sinfónica P'urhépecha.

      En Ichán existen más de veinte bandas de aliento sin contar los “grupos” musicales, y se calcula que son más de cuatrocientos los músicos en el pueblo. Cuenta que cuando se lleva a cabo la fiesta de Santa Cecilia, las agrupaciones comienzan a tocar desde el 21 de noviembre para terminar el día 23.

      Hasta se pelean, dice, porque cada grupo toca sólo una hora y ni así alcanzan a participar todos. Tatá Julio Granados tiene parte importante en ello pues buena cantidad de sus energías las dedicó a la formación de músicos. A él se debe la formación de las bandas Juniors, San Francisco y Recobedo, de su pueblo natal, y Bienestar de Huáncito, además de las legendarias grabaciones que bajo su dirección hiciera la banda La Michoacana, ahora reconocida internacionalmente a partir de la reciente grabación que hicieron para la casa discográfica Discos CoraSón.

      Ejecuta trompeta, barítono, saxofón (alto y barítono) y su obra como compositor ha quedado plasmada en grabaciones de bandas de Tarímbaro, Tingambato, Zirahuén, Cheranástico y, de Ichán, la de Los hermanos Granados y Recobedo. Esta última, una grabación de increíble valía, de una autenticidad incomparable, con el mero espíritu juvenil, como dicen, donde incluso toca el clarinete su hijo Hernán Francisco Granados. Esa banda también tocaba música comercial "y traíamos todas las que andaban en la radio" dice Eloy Zamora, ex integrante de esa banda. En contraparte, fue de las últimas grabaciones con la sonoridad auténtica de la banda Purépecha.

      Así como componía para cada ocasión, el dominio de su oficio se nota al revisar su música. Las estructuras son varias de acuerdo a la dotación. En su obra uno puede encontrar abajeños de dos partes para cuando la orquesta acompaña alguna danza; sonecitos de tres partes o más, para escuchar; para banda, para bailar, abajeños de dos partes; o de tres y hasta cuatro partes para la procesión. En materia de armonía también tiene un sello particular, como el uso de IV menor, V/V, y unas secuencias bien definidas como en el abajeño "me envidian". Aparte, la música para misa.

      En el Cuaderno de Musicología No. 5 editado por la Universidad Michoacana se publicaron veinte de sus piezas, cantidad mínima si se toma en cuenta su trayectoria de más de 50 años como compositor.

      ¿Investigación sobre su música? Prácticamente nula, como de muchos otros, a no ser por el proyecto de su hijo, Armando Granados Hurtado, quien de manera empírica y con recursos propios se ha propuesto organizar y sistematizar la obra de su padre. Y tarea no falta pues junto con él, se necesita también investigación acerca de Domingo Ramos Felipe de Comachuén, Francisco Salmerón de Quinceo, incluso del papá de ta´ Julio, Francisco Granados, Teodoro Vicente Lemus de Turícuaro, Patricio Corales de Corupo, Ubaldo Morales de San Ángel Tzumurucapio, y los Rodríguez Prado de la banda Huiramangaro, por mencionar sólo algunos.

      Hemos llegado pues, a la fiesta de Tanaco. Somos pocos quienes estamos escuchando a las bandas. A no ser por dos o tres matrimonios jóvenes, el resto de la audiencia son personas de edad avanzada, de la generación de Ta' Julio. No llegamos a las veinte personas, pero sorprende que muchos de los que están allí se acerquen a saludarle, casi con devoción. Después de los saludos de rigor intercambian opiniones acerca de las bandas que se están empeñando en la competencia, o lo que queda de ella. A sabiendas de que todo es ya muy diferente, intentan revivir esa costumbre de muchos años atrás, donde se va a la fiesta de un pueblo a comer pan con miel o a comer churipo en casa de algún vecino de la comunidad. Ya hasta eso se ha perdido. En esta ocasión nos toca invitarnos a nosotros mismos, y lo compramos, como en una cocina económica.

      Terminando la competencia, que no duró más de dos horas, Tatá Julio me acompaña para despedirme. Le veo regresar a la fiesta, incorporándose a los ríos de personas que caminan entre la oferta apabullante de artículos chinos y puestos estruendosos de discos mp3.

      “Les voy a escribir tres sonecitos para que los publiquen” fue lo último que me dijo.

      Quizás, fiel al oficio que desempeñó toda su vida, quiere hacer que nosotros, lectores, recordemos siempre algún momento, que nos alegremos con su música, o como dice, para que podamos llorar a gusto.


      La nota y entrevista anterior, se presentó en el marco de evento P'urhémperakua Curso-Taller y pláticas en torno a la música tradicional P'urhépecha, del colectivo Molcajete A. C.

      Mismo video que les compartimos a continuación, corresponde a la clausura del mismo evento cultural, interpretación del sonecito "El Toro Pinto", por alumnos del mismo curso taller:

      _________________
      [1] Julio Granados Asencio. Entrevista realizada el 14 de septiembre de 2013 en Ichán, municipio de Chilchota, Michoacán.

      [2] Muchos de los datos y anécdotas recogidas para este texto son aportación de Sergio A. Ortiz Torres, de la comunidad de Zicuicho, conocedor de la música de bandas y estudiante de trompeta en el Conservatorio de las Rosas.
      Este artículo fue publicado originalmente en el tema del foro: Una platica con Tatá Julio Granados Asencio, músico Purépecha. Uno no elige la música como profesión... iniciado por Redacción Ver mensaje original

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