“En Uríchu los abuelos cuentan que el fuego era lo más sagrado para los P’urhépecha, ahí en el pueblo la gente cuidaba el fuego, lo mantenían activo todo el tiempo y entre la comunidad se prestaban el fuego y el que iba a pedir fuego se llevaba una teja o una cazuela y lo sembraba en el fogón de tres piedras.” Noé de la Luz Benito.

Cartel de la ceremonia de Kurhíkuaeri K’uínchekua. Uríchu. 2015.
Descripción.

Cada año se realiza un cartel diferente con la finalidad de comunicar a todo el pueblo P’urhépecha la ceremonia de Kurhíkuaeri K’uínchekua y su respectiva comunidad sede, este cartel no solo cumple con la función de invitación o aviso, sino que, debido a que cada comunidad que adquiere el cargo de la ceremonia debe de estar comprometida a trabajar en lo que respecta a la recuperación y fortalecimiento de sus valores, historia, costumbres y tradiciones más arraigadas y naturales, por lo que se le da paso a las más profundas y minuciosas investigaciones históricas, arqueológicas y sociales y cuyos resultados deben de quedar registrados en el mismo.

Todos estos resultados junto con toda la esencia verdadera de la ceremonia y del lugar o comunidad sede, quedara plasmados y registrados en la pintura o imagen principal del cartel que formara parte del patrimonio de la comunidad, del pueblo y de la cultura P’urhépecha.

En la composición de la pintura destinada para el cartel se incluye tanto lo simbólico o representativo de la cosmogonía, cosmovisión, historia, espiritualidad y esencia más natural y pura del P’urhépecha, como también incluimos lo actual esos lugares costumbres y tradiciones que han perdurado hasta la fecha pero tratando siempre de no caer a lo erróneo, vulgar, estereotipado representando a otras culturas, religiones o la influencia de movimientos políticos partidistas con fines de otro tipo.

No se trata de promocionar, ofrecer o vender nuestra cultura como actualmente lo han venido haciendo ciertas dependencias o instituciones de gobierno o particulares con fines totalmente de lucro o intereses no propiamente a beneficio de la misma, por esa razón el cartel es escrito en nuestra lengua materna y no se distribuye en gran escala ni a lugares donde no tiene relevancia o importancia nuestra ceremonia, respetando siempre y poniendo en práctica todos nuestros valores porque recordemos que se trata de recuperar la unión y fortalecimiento de nuestros pueblos P’urhépecha y no de transformar o transculturalizar.

En esta ocasión para la celebración de la Ceremonia Kurhíkuaeri K’uínchekua del 2015 siendo la comunidad sede San Francisco Urícho, se creó el siguiente cartel, como un símbolo más, representativo también de la ceremonia.


Imagen del cartel que representa a la comunidad Sede: Urícho, Michoacán. Pintado artísticamente de manera especial por el pintor: Tatá José Alberto Ríos Ortíz.

Primeramente veamos el nombre de la comunidad uno de los enlaces más directos a lo natural históricamente hablando.

El nombre de San Francisco automáticamente queda eliminado por ser un nombre en castellano o llamada esta comunidad así después de la conquista española y su religión, quedando solamente Urícho o Uríchu.

“Uríchu”. Significado y el origen de la palabra en P'urhépecha.

José Corona Núñez, en su Diccionario Geográfico Tarasco-náhuatl, interpreta erróneamente el significado de Urícho como Huritsio: en el agua caliente, de huri=caliente, e icho=en el agua.
En la Relación de Michoacán se identifica al pueblo de Uríchu con los siguientes nombres: Huricho, Vrichu, Virichu, HUríchu, Hurechu*
Las palabras: Huricho, Vrichu, Virichu, HUríchu, Hurechu
(Edelmira Estrada/2014)
  1. Huríchu.- Para empezar aquí la h es muda y se comienza a pronunciar a partir de u, o sea quitándole la h queda Uríchu.
  2. Uríchu.-Esta palabra ya está verificada y se encuentra escrita sin h.
  3. Virichu.- La primera letra o sea la v se convierte en u, a partir richu, es la terminación de las primeras dos palabras, o sea, ya convertido la v y quitando la i que no tiene explicación queda Uríchu.
  4. Hurechu.- En esta palabra también la h es muda y la e es lo mismo que la i, así que queda urechu o Uríchu, ya que es lo mismo la vocal i o e.

Entonces la palabra Uríchu, viene del verbo úni, que significa hacer, seguido de ri.- que es un morfema sustantivisador, después viene la chu, que en realidad es el pluralizador cha, solamente que en la escritura únicamente se registró ch, esta apocopado y la u, es la residencial, hábitat y/o lugar.
Uríchu: Lugar de los hacedores. (Amaruc Lucas/2014)
Uricho.
Viene de la raíz verbal de úni=hacer.
Tiene el clítico ri=sujeto.
La cha “ch”, del plural.
Y la “o” de residencial.
Uricho: La morada de los hacedores (creadores, artesanos, oficiantes).

Como primer bloque del cartel está el logo de Kurhíkuaeri K’uínchekua, diseño propio del artista con la finalidad de que fácilmente sea identificado el cartel. El propósito del mismo ya anteriormente se había usado en el cartel de T’arhéxerhu (Tarejero), donde se colocó un logo parecido con una flecha de Tsinapu (obsidiana) que representa al propio Dios Kurhíkuaeri rodeado de Kurhíkua (fuego), que representa propiamente la ceremonia de la renovación del fuego Kurhíkua, con lo cual, los habitantes de las regiones P’urhépecha inician el Juchári Jimbáni Uéxurhini (Año Nuevo P’urhépecha), que rememora la historia del antiguo Pueblo P’urhépecha de origen prehispánico, en que se realizaba un gran rito al Fuego para pedirle su ayuda para dirigir la guerra, ganar batallas y así, extender el territorio de Kurhíkuaeri.

En el cartel para T’arhéxerhu a este logo se le implementaron cuatro siluetas de rostros humanos alrededor del mismo con los diferentes colores de las cuatro regiones P’urhépecha, de sus bocas salen unas vírgulas que simbolizan el habla o la comunicación al reunirse los grandes, pues el significado por el que opto la comunidad de T’arhéxerhu en ese momento fue la de “Lugar donde se reúnen los T’arhéecha, grandes, viejos o sabios”.



En esta ocasión para el cartel de Uríchu, se han colocado cuatro manos con los diferentes colores de las cuatro regiones P’urhépecha, por la razón de que es con nuestras manos con las que hacemos, creamos y damos forma a todo lo posible respecto a un oficio, artesanía o trabajo, dando a entender enseguida y por medio de la imagen que es la ceremonia de la renovación del fuego para pedir a nuestro Dios Kurhíkaueri y en el lugar o morada de las artesanas, artesanos, hacedores u oficiantes.



Otro de los implementos en el Logo es la imagen de un rehilete de cuatro puntas de los cuatro diferentes colores de las regiones P’urhépecha, simbolizando el movimiento de los Tarhéateecha, vientos de los cuatro puntos cardinales desatados por Nana Kuerájpiri o kuerauáperi (la madre naturaleza) manteniendo a la vez el movimiento al girar, ese movimiento constante que impulsa o a impulsado a los habitantes de Uríchu a no dejar de hacer lo que sus ancestros les heredaron y que ha sido trasmitido generación tras generación.

Uríchu es un pueblo presente desde antes de la llegada de los españoles e incluso antes de la llegada de los Uakúsïcha a la región, es de los primeros pueblos asentados en el lago.

Uríchu presenta una ocupación continua desde por lo menos el año 850 dc hasta el siglo XVI y posteriormente hasta nuestros días.

Dentro del cartel se ha colocado un bloque donde se representa uno de los lugares o zonas arqueológicas que hasta la fecha perdura, conocido como “karánguiriu” (lugar de escritura). Una zona llena de rocas en forma de rio de lava petrificada, proveniente de uno de los volcanes cercanos al lugar según algunos relatos de personas y habitantes del lugar, motivo por el que se decidió colocar el volcán representando todo lo anterior.



En todas las rocas a lo largo del sitio se pueden apreciar los cientos de petroglifos plasmados en ellas, van desde las figuras simples y abstractas hasta las más complejas y antropomorfas, entre las figuras destacan los espirales muy comunes en culturas muy antiguas a lo largo y ancho del continente, pequeñas hendiduras circulares y lineales cuyo significado se cree son fechas o un conteo como si se tratase de un calendario, algunas más son representaciones de rostros humanos y figuras humanas básicas entre las que destaca la figura de un posible personaje importante de esa época en que fue plasmado.

Hace falta profundizar acerca del tema, pues hasta ahora según algunas investigaciones recientes todo indica que estos petroglifos han sido colocados en distintas etapas de la historia, creyendo inclusive en que los primeros o más antiguos fueron hechos por personas y culturas aún más antiguas que los P’urhépecha, aun así, se cree que este lugar pudiera haber sido uno de los primeros lugares de asentamiento de la cultura en esta región por contar con la ubicación y los recursos naturales más adecuados para la supervivencia, estancia y protección de un grupo numeroso de personas.

Dentro de este bloque se representó una de las rocas más importantes para los habitantes del lugar, pues se le adjudican propiedades especiales en el aspecto espiritual, conocida como piedra campana o magnética. Pareciera una especie de mesa ritual con algunas cuencas de diferente tamaño en la parte superior, las cuales se llenan de agua cuando llueve quedando como si fueran pequeños espejos que reflejan el cielo, en uno de sus costados se pueden apreciar algunos petroglifos más, en el que resalta la figura antropomorfa de lo que pudiera ser un cazador.

Conocida como piedra campana, por sonar diferente dependiendo el lugar donde se le golpe, siendo su sonido muy particular la más extraña de sus propiedades, es la que le da su otro nombre de piedra magnética. Pues inclusive, hasta ahora nadie se explica porque al colocarle una brújula en la parte superior comienza la brújula a indicar erróneamente los puntos cardinales y de lo cual hemos sido testigos ya varias veces.



La leyenda.
Los ancianos del lugar cuentan historias de Kunaris (gigantes) que Kuerájperi envió al lugar que había hecho para sus hijos. Bajaron los Kunaris del Auándarhu (cielo) para ver si el lugar ya estaba listo para ser habitado. Sobre la superficie de la tierra aún corría lava, los Kunaris al intentar pisar la superficie dejan su huella (huarache) y vuelven a ascender para avisar a Kuerájperi que aún no estaba lista. Después de 20 días vuelven a descender y se dan cuenta que ya es habitable y registran su inicio en la tierra sobre las piedras, es por eso que el lugar se llama Karánguirio (lugar de escritura).

En Uríchu se presentan las primeras muestras de estratificación social en la región del lago, aquí se empezaron a formar los señoríos en la región y la división de clases (ocupación de más de 750 años interrumpida).

En otro de los bloques del cartel se hace enfoque a la región a la que pertenece Uríchu, a la región del lago, se ha colocado un pescador con su respectiva canoa tradicional y su red de mariposa típica de toda esta región y de muchos más lugares de aquella época, pues era una de las maneras de realizar esta actividad tan antigua y común entre los pueblos y no solamente como se cree en la actualidad que pertenece a una sola comunidad o lugar.



Durante la investigación algunas de las personas comentaban que en Uríchu no pescaban de esa manera, que ellos solamente colocaban una red por la noche y al día siguiente por la mañana la recogían junto con los peces mismos que al cruzar por ahí quedaban atrapados; respetando lo anterior y representando lo actual se ha colocado en el mismo bloque una red tirada sobre el agua de la que saltan tres peces como intentando escapar al quedar atrapados.



Aun así, después durante la investigación, se comprobó que no hace mucho algunos de sus abuelos y ancestros aun practicaban esta actividad a la manera tradicional con su canoa y red de mariposa, y que aparte en Uríchu se consideraba que habitaban los hacedores de canoas dándole ya en este momento valides al significado de Uríchu, no obstante dentro del cartel fue imposible agregar este aspecto tan importante debido a que ya no existe o no se encuentra ningún elemento o vestigio respecto a dicha actividad que nos ayude a representarla en una imagen, no se conoce la manera de como hacían las canoas y si tratáramos de representarla de una opinión propia de cómo se hacía pudiéramos caer a uno de los errores más graves que sería el de transformar o modificar la historia y nuestra propia cultura lo que se trata de evitar.

Según la Relación de Michoacán, Uríchu fue el lugar a donde los sacerdotes del “reino de Mechuacan” llevaron a Xaratanga tras el agüero de las culebras. Tercer lugar de la ruta seguida por Xaratanga, antes había estado en Sipixo, después estará en huiramangaro.

La influencia de la diosa o deidad Xaratanga, que es representada por la Luna, se percibe hasta la fecha. Las mujeres aun usan aretes en forma de media luna de plata en honor precisamente a la Luna, según algunas historias transmitidas de generaciones ahí existía una danza que las mujeres bailaban y dedicaban a la Luna llamada las Danzantes de la Luna o Kutsï uarháricha.

Dentro del cartel se ha colocado la representación de la Diosa Xaratanga en forma de una Luna llena, con la figura de la cabeza de la Diosa de perfil con los rasgos distintivos de la gente natural, su collar de cuentas, orejeras y su penacho con plumas, en el bloque de la tejedora de cintura que se analizara posteriormente se puede apreciar otro elemento relacionado con la Diosa Xaratanga el arete del que hablábamos con anterioridad. Respecto a las mujeres danzantes de la Luna o Kutsï uarháricha, sucede el mismo caso que con el de los hacedores de canoas, no se tiene mucho material y evidencias al respecto para poder plasmar una imagen que aporte o represente con precisión dicha actividad.



Es importante mencionar que gracias a todas las investigaciones recientes que se han hecho, han surgido muchas cosas nuevas respecto a la historia de Uríchu, que por el momento están en un proceso de descubrimiento y recuperación, veámoslo como resultados y logros para un nuevo propósito en el que la comunidad siga trabajando en el rescate de su valor como pueblo P’urhépecha, y no se acabe con la culminación de la ceremonia de Kurhíkuaeri K’uínchekua.

Uríchu cubre más de 85 hectáreas, y contiene por lo menos dos zonas públicas que incluyen complejos de pirámides y plazas, una de ellas y la más completa pudiera ser el lugar de estancia de la misma diosa Xaratanga y donde se le rendía culto y se ubicaba el Uríchu originalmente, el lugar está formado por una pequeña pirámide o iákata (yacata) rectangular rodeada por una planicie perfecta hasta llegar a otra yacata, que se cree era en forma circular parecida a las encontradas en Tzintzuntzan, a la que se podía ingresar mediante un camino hecho de piedra laja que iniciaba en un costado de una terraza encontrada en uno de los costados de toda la zona, tanto la yacata rectangular como la circular se cree se formaba de solamente tres niveles de altura.

Se encuentran localizadas en el lugar conocido como “la tepuza” son un registro de la arquitectura de sus ancestros, por esa razón se ha colocado en otro de los bloques del cartel donde aparece también un árbol de Xéngua (capulín). Los pobladores de San Miguel, conocido también como “pueblo viejo”, realizaban procesiones sobre sus campos de cultivo en el las cuales cargaban con su santo patrono para pedir buenos temporales para sus cultivos. En uno de los recorridos, descansaron bajo la sombra de un gran árbol de capulín, cuando quisieron volver a cargar al santo patrono para retomar su recorrido, cuentan que este estaba muy pesado de modo que fue imposible levantarlo, lo cual tomaron como una señal para construir una capilla, dando paso a la fundación de lo que actualmente es el pueblo de San Francisco Urícho, ubicado en el municipio de Erongarícuaro, Michoacán, México.



La historia de Urícho menciona también que la población tributaba principalmente la manta, ya que era productor de la misma y se fabricaba en cantidades mayores a otras comunidades, dándole valor nuevamente al significado de Uríchu, representándolo con una tejedora de cintura pues es así como fabricaban las mantas.

En este bloque se representa a la tejedora con su indumentaria tradicional y su telar de cintura, creando un tejido o tejiendo el pasado, representado al entrelazar el tejido con la imagen de los centros ceremoniales que era la base de sus ancestros, ya que se trata de un oficio que han conservado desde aquellos tiempos.



Otro de los bloques representa algo similar al anterior, y es el de las manos fabricando un tradicional petate, ya que hay personas de la comunidad que actualmente hacen petates de varias medidas. Cuentan que de generación en generación desde la época prehispánica se ha transmitido este oficio y se conserva hasta nuestros días. Es un referente de los pueblos fundados en la rivera del lago de Pátzcuaro, donde abunda la materia prima para este oficio que es el tule, chuspata o tupáta como en otros lugares lo conocen es una planta acuática nativa de los lagos.



En el siguiente bloque se representa uno de los datos más importantes que surgieron durante la investigación y fortalece la relación que tenía el pueblo de Uríchu con su lugar o región lacustre, pues se trata del hecho de que en Uríchu se recuperaron muestras de peces depositadas en cuatro vasijas, colocados en una tumba de temporalidad entre el Clásico tardío y el Epiclásico (500-900 d.e.c.). Los 708 restos encontrados, pertenecían al pez de la familia Goodeiade conocido localmente como tiro o tirú (Goodea luitpoldi), que también habita en el lago de Patzcuaro, y es una de las pocas especies de peces vivíparos que se conocen en México y en el mundo, es decir, que se desarrolla dentro de la madre y salen al exterior en parto.

Este registro constituye además el primero confirmado de ofrendas de peces de agua dulce, ya que hasta este momento los peces ofrendados en otros sitios arqueológicos correspondían a peces marinos. Con los huesos había numerosas escamas y gastrolitos o contenidos estomacales litificados, que significo que los peces fueron depositados enteros.

En la imagen para el siguiente bloque, podemos apreciar unas manos dándole forma a una vasija de barro o haciendo una vasija, proporcionándole valor nuevamente al ”lugar de hacedores”. Se crean las vasijas, que de alguna manera o la finalidad de estas, es convertirse en urnas funerarias o recipientes en forma de útero materno, pues al igual que otras culturas y en otros lugares se creía que la persona al morir simplemente trascendía hacia otra vida, lugar o dimensión por esa razón se le enterraba con sus posesiones más valiosas, comida o seres vivos que de alguna manera lo acompañarían en ese trascender, por eso la forma de útero materno para el momento de pasar al otro mundo esto resultara como volver a nacer.



Así bien en la imagen se puede ver este proceso desde las manos haciendo la vasija en forma de útero materno que contienen en su interior a los peces de agua dulce cuya finalidad es trascender hacia la otra vida como volviendo a nacer para seguir cumpliendo con su propósito en otro lugar terminando en un espiral de agua como si se tratase de un ciclo.

La espiral es uno de los símbolos más antiguos y se encuentra en todos los continentes, habiendo jugado un papel fundamental en el simbolismo desde su aparición en el arte megalítico.

Parece que en muchos lugares representaba el ciclo "nacimiento-muerte-renacimiento" así como al Sol, que se creía seguía ese mismo ciclo, naciendo cada mañana, muriendo cada noche y renaciendo a la mañana siguiente de manera y forma cíclica.



Continuando con otro de los bloques, podemos apreciar en la imagen un ídolo de piedra de color amarillo junto a unas mazorcas de maíz de diferentes colores, hojas de la planta de maíz y unas cañas de la misma, el ídolo que se cree se trata de un T’arhesï, deidad o Dios del maíz. Mismo que fue encontrado en la Zona arqueológica de la comunidad, venerado por sus antepasados y actualmente resguardado dentro de la misma, su forma característica con sus manos como brindando respeto y el color amarillo se asemeja a una mazorca de maíz, así bien en este bloque resalta la costumbre de trabajar sus tierras, la siembra y la cosecha ese temporal tan importante para nuestros antepasados.



Complementando este bloque y resaltando aún más el enlace ancestral con la naturaleza y la fertilidad de sus tierras, se ha implementado la imagen de un arco construido de madera y adornado con trigo, hojas de míspero, mazorcas de maíz que ahí se cosecha y algunas otras especies que ahí se siembran. Este arco es de origen prehispánico y su función era como ofrenda para agradecer por un buen temporal de fertilidad en la cosecha y pedir un buen temporal de lluvias para la siembra.



En la actualidad el arco es usado en actos ya con influencias religiosas, pero su finalidad es la misma junto con el hecho de que se cae para entregar y recibir un cargo. Cargos que son simbolizados en la imagen por los tres bastones de mando, mismos que actualmente están resguardados en la comunidad y a los cuales se les ha estado dando el uso correcto después de algunos años sin hacerlo.



En el siguiente bloque de la imagen damos nuevamente valor al lugar o morada de hacedores con el homenaje a una de las artesanas más valiosas que tuvo la comunidad durante mucho tiempo y con una de las artesanías más antiguas y únicas.
La señora Naná Tomasa Cortés Mendoza, fue una de las personas que realizo hasta sus 99 años de edad el entorchado con chaquira sobre servilletas y rebosos, actualmente la técnica que ha existido desde la época prehispánica prevalece en nuevas generaciones. En su origen en lugar de chaquira eran utilizadas conchas, coral, piezas de oro y plata que fueron sustituidas por cuentas de chaquira sobre la conquista de los españoles.

Las imágenes plasmadas en esta técnica ancestral consisten en la representación de paisajes con elementos típicos de la región (matas de maíz, flores, animales, estrellas, figuras humanas realizando diferentes actividades, etc.,). En el cartel se ha colocado el retrato de Naná Tomasa Cortés Mendoza realizando su artesanía, la cual se mezcla o entrelaza en el bloque de los centros ceremoniales o iákateecha (yacatas) ya que el paisaje del entorchado de chaquira representa la imagen de aquellos paisajes ancestrales que nos recuerdan el pasado.



Por ultimo uno de los elementos indispensables que no podía hacer falta dentro del cartel es la constelación de Orión, del arado o como se le conoce por los P’urhépecha “Aráru Jóskua”. Esta constelación de estrellas en especial las tres centrales y más resplandecientes que forman el cinturón de Orión, son de gran importancia para la cosmovisión P’urhépecha, y es en el preciso momento en que se encuentra en el cenit cuando da comienzo la celebración de Kurhíkuaeri K’uínchekua.



El trabajo en la elaboración de este cartel fue realizado en colaboración con:
Noé de la luz Benito,
Raúl Peña Rodríguez,
Hugo Sánchez Evaristo,
Don Miguel Monge,
Pável Uiliánov Guzmán,
Rosalba Colín Velázquez.