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Tema: Acerca de la educación wakúsecha. Ponencia leída en el Seminario de Cultura Purépecha, en el Museo Casa de Morelos, Morelia, Michoacán
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25/02/2013 #1
- Fecha de ingreso
- 22 ene, 10
- Ubicación
- Tlalpan, Distrito Federal, México.
- Nombre real
- Carlos
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- 57
Acerca de la educación wakúsecha. Ponencia leída en el Seminario de Cultura Purépecha, en el Museo Casa de Morelos, Morelia, Michoacán
Pedro Márquez Joaquín continúa la línea de identificación e investigación, que varios autores vienen llevando a cabo, de los conceptos básicos para comprender los principios sociales del Pueblo Purépecha que, en español, se dan en llamar: el costumbre, la creencia, el mando, la honra, la rotación de las responsabilidades, el servicio al pueblo, el acompañamiento y, ahora, la buena educación.1
Para ello, Márquez Joaquín recurrió a la Relación de las ceremonias y ritos y población y gobernación de los indios de la provincia de Mechuacán y a los vocabularios purépechas del siglo xvi. Desde hace décadas se ha utilizado la Relación e incluso, al menos en una ocasión, el Diccionario grande de la lengua de Michoacán, para conocer la estructura política de la antigua confederación tarasca y su organización social, pero ahora el autor lo hace para desglosar los principios y los valores, ideológicos si se quiere, que normaban la formación de quienes presidían tal estructura y que supone la existencia de una minoría selecta y educada.
El uso de los vocabularios como fuente, ya antes se ha hecho, aunque en menor medida; ahora el autor los revisa logrando establecer la denotación y las connotaciones de la palabra kaxúmpekwa, con lo cual obtuvo mayores elementos para el conocimiento de este concepto.
Todo ello le permitió percatarse mejor de su contenido y del destacado papel, entre otros aspectos, de los discursos como recurso de enseñanza, instrucción y mandato, y como medio medular de comunicación formal en la antigüedad. Al usar los vocabularios un estudioso purépecha oriundo de Cheranástico, éste lleva cierta ventaja lingüística y dependiendo de su formación académica puede, además, extraer en mayor o menor medida, resultados relevantes.
La kaxúmpekwa
El estudio de marras versa acerca de la kaxúmpekwa o kaxúmpikwa, que Gilberti tradujo como ‘cortesía, buena crianza’ y Pablo Velásquez como ‘honestidad, honradez, modestia’, pero el autor muestra que tiene muchas implicaciones y, por lo tanto, un amplio contenido. De esa manera, deja ver su relevancia como concepto educativo, formativo e instructivo de los hombres.
Por ello, nos da a saber que la kaxúmpekwa es algo más: el modo ideal de ser y de comportarse ante Dios y la sociedad. O para decirlo de otro modo, la formación de un tipo de hombre ideal, que tenga buena conducta aceptable a los dioses y a la sociedad —hoy se diría que a Dios y a los santos— lo que implica un buen comportamiento fruto de una buena educación. Aún más: expresa la visión de la vida, amén de regular la relación personal con la sociedad, la naturaleza y los dioses.
Prepara para cumplir las necesidades de éstos y así contar con su apoyo procurando el bienestar social de la comunidad y cumpliendo con el principio de trascendencia. La kaxúmpekwa es algo bello, bonito, que agrada a la gente, que gusta, que luce y que se ve bien y que forma un kaxúmpiti o kaxúmpeti, ‘hombre educado, honesto, honrado, humilde, cortés, bien criado’, con una conducta socialmente vista y aceptada como buena; lo que implica un modo de comportamiento cultural y ciertas prácticas sociales.
No se le escapa al autor, la inferencia de que era, en el seno de la familia extensa, donde se daba la crianza adecuada para formar a un kaxúmpeti o un bien educado, quien, como tal, se presentaba ante sus mayores, la sociedad y la naturaleza, denotado en su conducta, en su habla y en el modo de dirigirse a las personas con corrección y cortesía.
El autor concluye su examen indicando que la kaxúmpekwa era la cualidad personal y la formación de hombres que mostraban su educación en su sociedad y ante los dioses, los cuales sancionaban su conducta pues la kaxúmpekwa era algo acordado entre los dioses y los hombres. Además, agrega, el término tiene las connotaciones de lealtad, agradecimiento, comedimiento, complacencia de los deseos ajenos, cortesía, buena crianza, obediencia, disciplina, virtud, honradez y respeto. En resumen, la kaxúmpekwa denota tanto una buena crianza, como la consecuente buena educación que se manifesta en el comedimiento, el respeto y la cortesía, así como en el buen hablar.
Si bien el autor prefiere evitar el reto de traducir el término al español con una sola palabra, puede aventurarse a hacerlo, sin temor, usando varias palabras si es preciso, en el entendido de que, como en todas las lenguas, nunca es posible una traducción exacta sino aproximada, como hicieron los frailes lenguatarios españoles para componer sus vocabularios. Tal es el caso de kaxúmbeti que, tal vez, pueda traducirse como ‘bien educado’ o, en el lenguaje del español coloquial, simplemente como ‘educado’, como se expresa, por ejemplo, en la frase: Que bien educado es José cuando va a misa. Cabe decir que la idea de la persona educada, en el español de México, tiene igualmente una amplia gama de implicaciones que abarcan cortesía, hablar sin usar palabras groseras u ofensivas, protocolo social, manera de mover el cuerpo y las manos, apariencia física, buena conducta, aseo del cuerpo y el vestido, cumplimiento de deberes sociales y religiosos, respeto a los mayores, buenos modales, comportamiento en la mesa, etc. De manera que bien puede buscarse vocablos del español equivalentes con un contenido igualmente amplio como el de kaxúmpekwa.
En este punto, una pregunta pertinente es obligada: la kaxúmpekwa, ¿se refiere a la formación masculina o también a la femenina, o bien, había (o hay) una kaxúmpekwa para la educación de las mujeres?
Descompos ición del vocablo
Por orta parte, el autor dedica unos párrafos para descomponer la palabra kaxúmpekwa, luego de explicar que las palabras purépechas constan siempre de una raíz verbal, a la cual se le agregan partículas que le van dando un significado más particular. Para comprender mejor esta parte de la exposición, sería útil que nos explicara cada parte de la palabra. Luego de consultar a un compañero lingüista, entiendo que, dado que de ningún modo puede considerarse kaxúmpe una raíz del purépecha, como pareciera que sugiere el autor, un tentativo primer análisis morfológico de esta palabra sería descomponerla en la raíz verbal kaxú-, seguida de los infijos -m- y -pe- y el sufijo sustantivizador -kwa; pero falta saber qué significa o qué indica la raíz kaxú- y qué función cumple cada infijo. Según algún hablante del purépecha afirmó, en el Seminario donde Márquez Joaquín expuso su trabajo, kaxú- da a entender la acción de poner algo sobre el hombro, lo cual puede ser la manera simbólica de tomar el mando o asumir una responsabilidad.
El iréchekwa wakúsï
La ponencia trata su tema como le fue posible estudiarlo con la magnífica Relación de Michoacán; por lo tanto, hace la reconstrucción de la kaxúmpekwa entre los wakúsecha del siglo xvi. Como es de todos sabido, en la antigüedad de lo que hoy es Michoacán existieron varios iréchekuiicha gobernados por varios clanes. La ponencia trata acerca del iréchekwa del clan de los wakúsecha, ‘los guerreros aguila’, cuya casa gobernante estaba asentada en Ts’intsúntsani o Uitzitzillan. Cabe preguntarse si la kaxúmpekwa wakúsï se cultivaba en todo su iréchekwa o señorío o era sólo propio de su casa gobernante. La evidencia etnográfica contemporánea parece indicar que estaba extendida o era muy semejante entre los señoríos confederados.
El autor nos hace saber lo mucho que la Relación informa, en particular en el caso de Taríakuri, cabeza del clan wakusï, quien fue preparado para ser irécha o señor instruyéndole acerca de sus ascendientes y recibiendo formación para saber cómo actuar ante su gente y qué obligaciones religiosas debía atender. La kaxúmbekwa que recibió fue tanto hablada como practicada. Una vez que hubo de asumir su responsabilidad, tenía la facultad de castigar la desobediencia, en tanto los principales de su casa gobernante lo habían elegido por sus cualidades.
Entre los wakúsecha, informa Pedro Márquez, se toleraba el incumplimiento de la kaxúmpekwa hasta por tres veces, si bien —como él presume— tal vez se amonestaba, pero a la cuarta se castigaba incluso quitando la vida al infractor. Por otra parte, el autor asocia el tema con el valor que se otorgaba a la ánchikwarhita, ‘el trabajo’, tanto para el común como para los mandones.
Es de notarse la importancia que se daba al habla correcta y cortés, que supone entrenamiento, lo que permitía hacer discursos o dirigir la palabra cuando ello era necesario. El nuevo irécha, una vez elegido, daba su primer mensaje o discurso. Realmente resalta el uso de los discursos como medio para reclamar obediencia, ayuda, respeto a los valores, conducta adecuada, cumplimiento de los deberes; o bien, incluso para admitir una responsabilidad.
El mando
De particular importancia es lo referente al ejercicio del mando contenido en la kaxúmpekwa, al que Pedro Márquez le otorga bastante atención. La kaxúmpekwa se consideraba como criterio para elegir al gobierno wakúsï, ya que el gobernante o irécha debía ser kaxúmpiti, es decir, bien criado y educado, discreto, experimentado y prudente. Él debía aplicar los valores culturales del clan, si bien se presume que los sacerdotes seguían siendo los guías morales.
Había una relación entre la voluntad de los dioses y el mando. El irécha elegido, una vez entronizado, se suponía puesto por Kuríkaweri.
La gente común debía obediencia a los mandones, ya que, según la ideología dominante, éstos obedecían la voluntad de los dioses. Cabe comentar que los gobernantes, a su vez, en la Relación parecen gobernar obedeciendo, pero a quienes obedecen o al menos, de quienes reciben guía moral, consejo y juicio de su conducta era de los viejos principales y los sacerdotes.
Un principio importante, hasta la fecha, era el que los funcionarios debían dar servicio. Ahora bien, se servía a los dioses, pero ¿también se servía explícitamente al pueblo?, cabría preguntarse, ¿esto estaba incluido en la kaxúmpekwa? Tal vez el autor pueda tener una idea al respecto.
Un cuerpo de viejos, que ya habían pasado por cargos, ayudaba a quienes eran nombrados en su lugar, escribe el autor agregando un elemento de la mayor relevancia: la jarhámekwa, es decir, ‘la voz de autoridad’, así como la jurámukwa, ‘el mando’. No menos importante era que los viejos eran quienes tenían el sentido de las cosas de los tiempos pasados, lo cual era muy importante para el clan wakúsï. Hasta la fecha, algunos viejos suelen decir: “Yo soy antigua, yo conozco la historia, yo sé mandar”.
Por cierto, está lejos de ser una idea aventurada, atribuir, como ya lo han hecho algunos autores, a la antiquísima danza de viejos la representación simbólica de los antiguos mandones con la voz de autoridad. Centro simbólico del deber principal de cada mandón era proveer la leña para el fuego eterno de la yákata del clan y la disposición de escuadrones armados con sus respectivas capitanías. De nuevo, nada aventurada es la asociación de este antiguo deber guerrero con las partidas actuales de moros danzantes, si bien éstos ya son moros cristianizados.
La implicación clasista
Cabe llamar la atención acerca de que, en la averiguación que Pedro Márquez emprendió acerca de las connotaciones de la palabra kaxúmpekwa y otras derivadas de su misma raíz, aparezca el sentido de agradecimiento a la nobleza, lo cual permite adivinar una pista acerca de implicaciones clasistas. ¿Acaso una de sus funciones era, amén del respeto y el comedimiento con los mayores y los demás en general, el respeto y la sumisión de los vasallos, que debían acatar la voz de autoridad de los mandones que, se hacía creer, recibían órdenes de los dioses?
Al respecto, puede observarse en la actualidad que el modo purépecha de dirigirse y tratar a los demás con cortesía e incluso protocolo, es aún propio de algunos varones viejos, pero sólo de un sector de ellos, lo que supone que, o bien se está perdiendo o menguando la kaxúmpekwa y la p’intékwa, o esto siguió siendo privativo de un sector social restringido. Después de todo, la sociedad tarasca antigua fue una sociedad estratificada, y la purépecha posterior también mantuvo una distinción entre los principales (achéecha) y el común (p’urhépecha).
La kaxúmpekwa de una sociedad guerrera
Ahora bien, en tanto estamos tratando acerca del iréchekwa wakúsï, estamos refiriéndonos a una sociedad guerrera. El propio autor menciona que una de las obligaciones de los gobernantes era hacer sementeras para las guerras y disponer de escuadrones armados, cuando las campañas militares de conquista así lo requirieran.
Sin embargo, están ausentes en la kaxúmpekwa los valores propios de guerreros, como el valor, las habilidades para el manejo de las armas y la dedicación de la vida a la guerra al servicio de los dioses. El de los wakúsecha era un clan esencialmente guerrero, de manera que su educación debió incluir apología del valor y habilidad en el manejo de las armas; los jóvenes wakúsecha debieron adiestrarse en el uso del arco y la flecha, las lanzas y la porra, así como en el combate simbólico con la pelota. Incluso debían haber recibido conocimientos de estrategia militar y tácticas guerreras para desempeñarse como capitanes, dado el caso, como se ve en una de las pinturas de la Relación, donde los capitanes guerreros preparan el asalto a un caserío. Todavía la etnografía purépecha del siglo xx registraba el entierro en “el campo de batalla” del ombligo de los niños varones recién nacidos, aunque sin precisar qué campo era considerado como tal, en una época en que ya no se llevaban a cabo campañas militares.
Esta laguna en la kaxúmpekwa inferida de la Relación y los vocabularios, da lugar a preguntarse si se purgó de éstos, además de los conceptos, las denominaciones y los vocablos religiosos, lo relativo al cuerpo léxico guerrero, en tanto se trató de evitar una restauración de los clanes antiguos, que pudieran rebelarse al dominio español. Al respecto, una sospecha ronda la mente de este comentarista, que puede servir como hipótesis: la visión heredada de la kaxúmpekwa, plasmada en la Relación e incluso en los vocabularios, ¿podría estar filtrada por una visión cristiana de la misma?
Presencia etnográfica e implicaciones actuales
El autor menciona, con toda razón, las evidentes presencias y continuidades actuales de la antigua kaxúmpekwa, aunque advierte que esto lo tratará más adelante en otro estudio. Para todos es evidente la persistencia actual, así sea adaptada, de una buena parte de la antigua kaxúmpekwa.
Los ejemplos son muchos y de diferente índole, suficientes para no dejar duda al respecto; de manera que el trabajo de Pedro Márquez tiene tanto un interés histórico como etnológico contemporáneo. Por ejemplo, el que los sueños hayan sido un medio para recibir indicaciones de los dioses, suele estar presente también la actualidad, sólo que ahora en vez de dioses aparecen y hablan vírgenes, cristos o santos católicos, aunque, en veces, la continuidad es aún más clara cuando quien habla en el sueño es un T’arhé o antigua representación escultórica. También es llamativo el deber de acompañamiento, vigente hasta hoy en día, a quienes deben cumplir un compromiso. Ni que decir de la importancia de las alocuciones educativas, ceremoniales, protocolarias, aún practicadas por los wantáriicha o discurseros.
Por ello, podría sostenerse que la etnografía actual puede ayudar como instrumento para comprender la antigua kaxúmpekwa, siempre y cuando se tenga el cuidado de filtrar lo que hoy es, ya que ésta es fruto de una asimilación cristiana. Por ejemplo, el agradecimiento a los dioses por la vida y los dones, mencionado en el escrito de Márquez Joaquín, recuerda el equivalente agradecimiento y la contricción cristianas. Esto nos regresa al problema que podría suponer el uso de fuentes, tanto de la Relación como de los vocabularios, que podrían ser ya producto de un proyecto: el franciscano de formar un nuevo reino cristiano, en este caso hablante del purépecha, integrado bajo el mando de la Corona española en el siglo xvi. Esto es algo que hay que tener presente, tanto en la Relación, cuyo propósito según su propio autor, era servir para moldear hombres cristianos; como en los vocabularios, que pudieron ser producto de una reforma léxica, elaborados por frailes lenguatarios conjuntamente con sabios de la antigua sociedad tarasca, para servir de instrumento aculturador y medio de evangelización. ¿Hasta qué punto, por ejemplo, los mandones y los frailes acordaron considerar la kaxúmpekwa para implantar el trabajo comunitario de los semaneros en los hospitales de los naturales, que administraron las cofradías marianas fundadas en el siglo xvi?
Por otra parte, sea como haya sido, dado que servir al pueblo sigue siendo la idea que tienen presente aún en la actualidad, por ejemplo, los cargueros y las autoridades aún ligadas al costumbre purépecha, no está de más decir que la kaxúmpekwa puede ser retomada en un programa político en los movimientos defensivos, reivindicativos y democratizadores en las comunidades de hoy en día. Esto, siempre y cuando se le purguen los elementos que suponen la obediencia ciega a los mandones, que no considera el derecho a la rebelión del pueblo contra el mal gobierno, derecho inexistente en la antigua confederación tarasca.
________________
1 Gracias al Seminario de Cultura Purépecha, quien esto escribe pudo comentar
la ponencia del colega Pedro Márquez Joaquín, acerca de la kaxúmpekwa, lo cual
agradece pues le permitió aprender y reflexionar lo tocante a este tema y a sus diversas
implicaciones. Este comentario fue leído en una sesión del Seminario de Cultura
Purépecha, llevado a cabo en el Museo Casa de Morelos, Morelia, los días 20 y 22 de
febrero de 2013; aquí se publica ligeramente revisado
Comentario acerca del estudio de Pedro Márquez Joaquín dedicado a la kaxúmpekwa o educación en el antiguo clan wakúsecha de la confederación tarasca, durante el siglo XVI en la provincia mexicana hoy llamada Michoacán.
Última edición por Tsimarhu; 27/02/2013 a las 15:35
Carlos García Mora, antropólogo
http://carlosgarciamoraetnologo.blogspot.com
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