Morelia, Michoacán.- Muchos son los pueblos michoacanos que, por su tamaño o su lejanía, pasan inadvertidos a los intereses de la sociedad contemporánea. Sin embargo, el desconocimiento o la ignorancia colectiva de sus valores no privarán a estos asentamientos de su esencia; mucho menos cuando allí ocurrió un hecho concreto que, radicalmente, marcó el rumbo de la historia de la entidad.

Ubicado en las márgenes del Río Lerma, en la porción norte de esta tierra, se localiza uno de esos singulares sitios: Santiago Conguripo. Integrada al municipio de Angamacutiro, esta fue la población elegida por el consejo de cargueros para conmemorar la trigésima edición del Año Nuevo Purépecha; un acto que, la noche del 1 de febrero, marcará el inicio del nuevo ciclo agrícola.

A diferencia de las demás comunidades, que mantienen un alto índice de población originaria y se conservan rasgos culturales definitorios como la lengua materna, la alimentación o la indumentaria tradicional, en la nueva sede para el encendido del Fuego Nuevo todo se ha mestizado: ya por el obligado paso del tiempo, ya por la obligada inclinación de los asentamientos ubicados en zonas planas al desarrollo y a la transformación de sus estructuras vitales.

¿Existen razones poderosas que justifiquen esta ‘extraña’ elección, misma que fue respaldada por los representantes de la comunidad purépecha en la deliberación sostenida, en febrero de 2011, en la Isla de Jarácuaro? Los habitantes de Conguripo saben que si: desde hace más de mil años Santiago Conguripo ha sido una frontera fundamental, tanto en lo geográfico y militar, como en lo político.

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Fuente: Ricardo Aguilera / Provincia. (provincia.com.mx)