Por: Raúl Cruz Sebastián.

El tema de la muerte es un punto y cuestión medular de todas las culturas por más desarrolladas y pequeñas que sean cada uno tiene una explicación y actitud filosófica a este suceso natural de nuestro ser. La cultura dominante tiene una concepción sobre este suceso han desarrollado diferentes explicaciones y tratados teóricos para describir y en cierta forma para “justificar” este fenómeno natural, pero lo que si hemos visto es la idea que este acontecimiento para ellos lo tienen como una contingencia externa trágica, es decir, como un accidente que altera y busca desequilibrar y alterar el orden físico nuestro.

Muchos pensadores de la tradición occidental han reflexionado sobre este tema, a Platón con la pérdida de su abuelo lo llevo a adentrase sobre estos temas y hacer todo una reconstrucción filosófica sobre la inmortalidad del alma, para buscar explicar sobre la desaparición física de su ser querido. Así Aristóteles, aprendió y conoció temas de la ciencia, filosofía, y metafísica por su sobrino que constantemente viajaba a Siria ya que era comerciante dotándole los mejores libros y información de aquella antiguo cultura y así ante la pérdida de su hijo, Nicomaco, más después le dedica a uno de sus obras fundamentales y lo hizo llamar Ética de Nicomaco en recuerdo de su hijo.

Así también, Marco Tulio Cicerón, el gran filosofo y estratega del Imperio Romano, hablaba que el ser humano el cómo morirá por aquello de lo que más ama y gusta hacer en vida de acuerdo a los oficios o gustos que tengamos como seres humanos, sostiene en su libro Máximas Filosóficas, Demócrito hablaba sobre la lucha de contrarios y su muerte fue cruel lo devoraron los perros; esto nos lleva pensar un poco de acuerdo lo que sostiene el filosofo político, que a quienes les gusta los toros, o las corridas, morirá porque lo envista un animal, y así sucesivamente con otros por mencionar algún ejemplo.

Plotino, fundador del Neoplatonismo, decía que el cuerpo es la tumba del alma y que abría que liberar el alma del cuerpo porque es la que ata al alma y no permite que trasmigré y se purifique y de nuevo regrese en otro cuerpo, de acuerdo con sus biógrafos sostenía que se dejo abandonar personalmente y no quería que lo atendieran sus médicos particulares y murió en un total y cruel auto descomposición. Sin embargo, en el otro extremo tenemos la cultura Oriental, concretamente la filosofía Japonesa, que ha desarrollado muy bien y por durante algunos años el Filosofo P'urhèpecha originario de Nahuatzen-Cheràn, Michoacán, Tata Jacinto Zavala, uno de los filósofos P'urhépecha del siglo XX más destacados, que ha estudiado a la cultura nuestra y así también es uno de los mejores pensadores de los estudios de la filosofía orientalistas de toda América Latina, mi maestro Jacinto, tiene varios libros pero uno de los más fundamentales y interesantes se titula para su servidor es, La Filosofía de la Trasformación del Mundo, Nishida Kitaro, es un filosofo Japonés en cuestión, y sostiene que la cultura occidental habla siempre de la contradicción como problema fundamental filosófico, cuando nosotros como seres humanos representamos una contradicción, porque somos sujeto y objeto, sujeto como mente y objeto como cuerpo, por ello hay que cuidar el cuerpo muy al contrario a los pensadores occidentales, el cuerpo es lo más hermoso que tenemos, porque no tan solo es una caja, sino es un “ornamento” en la que se expresa la belleza de nuestro alma.

Por ello hay que cuidar nuestro cuerpo porque es el reflejo y a través de ella se expresa, es el cuerpo es donde se está “fermentado su hermosura del alma”, así también sostiene que en el cuerpo albergamos el “movimiento” y que ese movimiento es la misma que pertenencia y existe en el universo, por ello cuando alguien muere, con el se va una parte o porción de ese movimiento universal, es decir, se sepulta con ella y así va terminando no únicamente el ser humano y el también el movimiento universal y cósmico. Hablando del maestro un poco, Jacinto Zavala, les recomendamos a que leamos su obra que son varios, y que conozcan su persona, lo pueden encontrar en el Colegio de Michoacán, dando clases a sus alumnos, o también en los vuelos rumbo a Japón, y el mejor de los lugares se le encuentra en las fiestas patronales en la Meseta, degustando un rico churhípo en compañía de su señora esposa en Sevina, Nahuatzen, Cherán entre otros comunidades.

Mi abuelita Mamá Chica, sostiene que en el P’urhépecha no hay tabulas razas, en traducción, latina, tablas blancas, nadie inicia desde lo blanco, es decir desde la nada, como lo sostiene el filosofo del empirismo ingles David Hume, que decía que si hay tabula rasa, (mi abuelita claro lo dice con otras palabras y en nuestra lengua), sino que la xirukua viene desde nuestros antepasados, somos continuadores de lo que ellos durante algún tiempo ya han iniciado, por otro lado mencionó mucho la palabra ka inde ia ixïpirindi, es decir así, eso así iba a ser y a suceder, en señal del conocimiento proceso que sobre los problemas principales, como afirmación de algo que así estaba designando, en el comportamiento de las personas y los eventos que les pasen por que hay ese seguimiento y rastreo de esa raíz de las personas y de las cosas.

Sobre la muerte dice ikaskuntani cuando alguien fallece, “vamos a sembrarlo”, es decir que es sembrarlo otro vez las semillas porque después en otro tiempo florecen en otras personas, en la misma familia y la comunidad por ello, los abuelos se alegran y quieren muchos a los nietos cuando por primera vez dicen, ”ahora ya podre irme porque ya llego el o la que me va suplir y va continuar nuestro legado, es decir, es una concepción circular del tiempo nuestro, dice que el P’urhépecha no le teme a la muerte porque es un suceso que se da dentro del mundo donde coexisten la vida y la muerte, es decir, es parte de la vida la muerte, sin embargo, lo que teme el P'urhépecha, es una paulatina pérdida de los sentidos, que viene con la vejez, que ya no se puede valer por sí mismo, y de ahí que se debe cuidar el cuerpo y en si la vida para no depender de otras personas, porque el trabajo es un imperativo en el Mundo P'urhépecha.

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Fotografía de Achá Turi (Juan José Estrada Serafín.