LA MÚSICA PURÉPECHA. Para la "Revista Musical Chilena". Por el Prof. Nabar Hurtado.
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Poco países en el mundo cuentan con una riqueza folclórica tan abundante y variada como México, lo cual se debe a la diversidad de razas indígenas diseminadas en nuestro territorio.

Lo mismo en las altas montañas, que en las extensas llanuras, que a la orilla del mar, doquiera aparecen lps vestigios arqueológicos de prehistóricas construcciones, fehacientes de gloriosos imperios así como de
vivencias de primitivas razas que aún, después de cuatro siglos de la conquista hispana conservan su idioma, sus costumbres, sus atavíos, y lo que es más importante, su espíritu y sus sentimientos que resplandecen a pesar de la mezcla racial.

Las cincuenta y tantas razas tienen manifestaciones propias, expresiones artísticas diversas e interesantes, y el Maya y el Zapoteco soberbios y orgullosos de su alcurnia, conservadores sabios de su idioma y de sus timbres gloriosos no son más artistas que los hijos de Tangaxhuan (Caltzontzin) el último monarca Purépecha o de los humildes Seris de la costa del Pacífico, o de los Huaves a orillas de la Laguna Superior en Oaxaca.

En México, el hecho de visitar cualquier poblado, supone encontrar en el tesoro oculto de la tradición y el arte que -que celosamente han guardado los indígenas con devoto respeto a la Historia, a veces fantástica, de embrujamiento y sortilegio- narrada a través de padres a hijos desde sus más lejanos ancestros. Este celo data del temor al encomendero español, al cacique mestizo, cacicazgo que afortunadamente la revolución mexicana ha liquidado ya, y ahora nos permite conocer dichos tesoros,
inestimables valores de la idea y del arte que apenas empezamos a estudiar con todo el interés de que son dignos.

De todas estas razas hay una que se distingue por la variedad multiforme de sus expresiones, es la "P'urhémbe" o P'urhépecha conocida como Tarasca.

Para muchos es desconocido el vocablo P'urhémbe que es lo mismo que Purépecha, ya que según doctores investigadores quiere decir "hombres que visitan o hacen visitas" pues es proverbial la sociabilidad de los Purépecha que hasta la fecha conservan sus tradicionales "Canacuas", que no son otra cosa que actos de homenaje que se realizan por medio de visitas al hogar de la persona homenajeada. Visitas pintorescas en que los participantes forman grupos mixtos de hombres, mujeres y niños que llevan diversas ofrendas: frutas, pollos, pavos, dulces, etc., que ofrendan cantando en coro.

Existen gran variedad de canacuas (que quiere decir coronas) cantadas en lengua original y algunas traducidas al español, pero en todas figuran versos alusivos de salutación, ofrenda de lo que se obsequia y despedida final.

Entre tanto se ejecutan para amenizar la fiesta que casi siempre es una comida típica, sones, jarabes, "pirecuas"(1) y diversas danzas, sirviéndose los característicos platillos, tales como "corundas"(2), "churipo"(3); y se beben atoles, de "citún"(4) de "chaqueta"(5) o de elote, no faltando refrescos como el "charape"(6), y bebidas fuertes como el "charanda"(7) y el "tancÍtaro"(8).

En cuanto de la denominación de "tarascas" con que es universalmente conocida esta raza se apoya en el hecho de que, cuando los españoles comenzaron a desposarse con las hijas de los indígenas éstos les llamaban "tarascué", que quiere decir yerno, y ellos, ignorantes del lenguaje Purépecha corrompieron el vocablo y llamaron a los indios en forma general tarascos.

Como quiera que sea, la palabra tarasco es impropia. Sin duda alguna las aptitudes artísticas de estos indígenas se enriquecieron y evolucionaron con las orientaciones, técnicas y enseñanzas diversas que amorosamente prodigó por doquier el ilustre D. Vasco de Quiroga, a quien los indios llamaban y llaman todavía con respetuoso cariño, "Tata Vasco", así como a Fray Juan de San Miguel, preclaro paladín de
la Sierra de Uruapan.

Es evidente que el Purépecha era ya de suyo artista; palpitaba en su ser la noble inquietud de expresar sus mas íntimos sentimientos en fecundo desbordamiento de ritmos, melodías, formas y color que han perpetuado su prestigio hasta nuestros días.

Danzas de infinita belleza plástica y coreográfica, pinturas con dibujos de admirable estilización y armoniosa policromía; lacas pulidas y finas como las más finas del Oriente; escultóricas máscaras talladas en madera y estofadas con rara maestría; cerámica vidriada y deslumbrante, de Capula, Santa Fe de la Laguna y Patamba; encajes de "patacua"(9) hechos con sutileza ingenua y exquisita; bordados maravillosos ornando los "guanengos"(10), las servilletas y los clásicos delantales de la "guare"(11); cobrería artística de Sta. Clara; tejidos de lana; ebanistería de Paracho; sones y canciones de la Sierra de Uruapan que suenan como arrullo bajo los pinares o los cafetales, entre los mameyes y los chirimoyos aromáticos, en sinfonía admirable con el gorjeo de los jilgueros, la belleza estática de la laguna de Zirahuén de azul increíble y el rumor imponente de la "Tzaráracua"(12) que se despeña majestuosa dentro de un cauce de helechos y de orquídeas.

Grande, pujante, indiscutible el arte Purépecha vive en pleno apogeo, sin decadencia y nutrido con la savia inagotable de sus artistas natos.

Concretamente y tratando de su música basta decir que en cada poblado por reducido que sea se cuenta con una o dos pequeñas orquestas, alguna banda y diversas danzas y grupos de cantadores.

Las danzas son variadísimas por cuanto hace a sus melodías y ritmos.

Algunas de carácter sacerdotal, como las llamadas de lo "Chinchilis"(13), "Moros" la de "El Señor", etc. Otras de carácter pagano como "Los viejos", "Los Negros", "Los venados", etc.


Danza "Los Chinchilis" (Cascabeles), en la "Guatápera", lugar histórico y sagrado en la
ciudad de Uruapan, Michoacán. Es esta una danza religiosa de las más bellas del país,
Se acompaña con pequeña orquesta típica y sones originales.
Todos los pueblos de la Sierra de Uruapan y de la Cañada de Chilchota así como los lacustres que habitan los islotes del lago de Pátzcuaro y ribereños, poseen compositores de sus propias danzas y de sus propias
pirecuas, así como de sus sones, marchas, etc.

En la tierra caliente los sones son muy otros de los de la Sierra y el lago, pues mientras en los primeros se integra la orquesta a base de las llamadas "arpas grandes", más violines, guitarras, bajo sexto y contrabajo, y ejecutan sus sones al ritmo del maravilloso zapatear sobre sonoras tarimas que dan a todo el conjunto un carácter agresivo, alegre, jacarandoso, como podrá encontrarse en Apatzingán hacia la costa, o de Ario de Rosales a la Huacana.

Opuestamente, la música de la sierra y el lago es delicada, exquisita, siempre a "mezza voce", integrada su orquesta por violines, violoncelos, contrabajo, flauta y trombón, este último siempre en pianísimo. No usan percusiones de ninguna especie.

El mismo estilo prima en sus pirecuas o sea en sus canciones. Cantos de arrullo, de sentimiento y amor, generalmente ejecutadas por dos cantadores y un acompañante a la guitarra o con la pequeña orquesta y coro.

Siempre cantan en su idioma, y excepcionalmente en español cuando se trata de rendir homenaje a algún visitante distinguido.

Solamente lo que aprendieron desde remotas fechas, de los frailes hispanos existe originalmente en español.



Ilustro este artículo con una pirecua muy antigua, llamada "Flor de canela" que es considerada como un himno de la sierra de Uruapan. Una idea se tendrá de un son, "Tzipin tzipin"(14), del pueblecito de Sevina.

Los sones siempre tienen tres o cuatro compases de entrada y dos temas que forman otras tantas partes; generalmente no usan ninguna coda; por cuanto el tiempo es en compás de 3/8 casi siempre en forma muy lenta, con excepción de los llamados sones "abajeños" que corresponden a los costeños, en cuyo caso el tiempo es vivo y lo escriben en compás mixto de 3/4 y 6/8 alternando como se verá por el ejemplo.

Una vivencia de la época colonial es la Pastorela, que todavía se celebra en Navidad, con sus atuendos bíblicos y su música evidentemente española cantada y representada con textos en el más puro lenguaje castellano. Como ejemplo, el fragmento "Ya cayó la estrella".

En este artículo que no nos permitiría demasiada extensión he tratado someramente de dar una semblanza del arte de los Purépeches o tarascos del Estado de Michoacán, sin que ello se interprete como una soberanía sobre otras razas y estados de México dignos de figurar como poseedores de un acerbo folclórico de gran belleza y de sumo interés para su estudio desde todo punto de vista del arte y de la ciencia.


Danza de "Viejos", del pueblo de Charapan. Los danzantes se cubren el rostro con
máscaras humorísticas y largas cabelleras hechas con cerdas de caballo. Ejecutan
una danza en torno a una "guare", único personaje femenino. Esta danza simboliza
la longevidad de la raza purépecha.




Jóvenes "guares", ataviadas para asistir a una "canacua". Visten trajes típicos,
y su larga cabellera trenzada la adornan con multitud de lazos hechos con listones
de varios y vivos colores.


La Danza de los "Viejitos", de Pátzcuaro, Michoacán, se ejecuta por varones
exclusivamente, y su origen es de muy rancia antigüedad, pues se supone
anterior a la conquista y motivada por un fenómeno y Dios solar (Kurhíkuaeri).


Notas:
(1) Pirecua (Pirékua): Canción popular Purépecha.
(2) Corundas: Tamales hechos con masa de maíz en forma especial y envueltos con la hoja verde del carrizo o de la hoja de la milpa.
(3) Churipo: Guiso hecho de diversas carnes, chile y verduras.
(4) Citún: Atole hecho con masa de maíz y jarabe de zarzamora.
(5) De chaqueta: Atole hecho de masa de maíz y cáscara de cacao tostada y molida.
(6) Charape: Bebida de fermentación de la piña y el piloncillo y algunas especias.
(7) Charanda: Exquisito licor de caña, muy tradicional de Michocán.
(8) Tancítaro: Licor fuerte de caña que toma su nombre del lugar y región montañosa en que se fabrica.
(9) Patacua: Tejar primitivo que se emplea principalmente en el lugar llamado Aranza.
(10) Guanengo: La camisa, blusa de la mujer michoacana propiamente P'urhépecha.
(11) Guare: Nombre peyorativo con que se designa a la mujer purépecha.
(12) Tzaráracua (Tsarárakua): Cedazo. Nombre con que se conoce una de las más bellas caídas de agua que forma el rio Cupatitzio que, a su vez, quiere decir: río que canta.
(13) Chinchilis: Nombre propio. Se supone que esta danza religiosa es precortesiana (prehispánica), aun cuando actualmente se ejecuta con música española pero de rancia antigüedad
(14) Tzipin tzipin: Lloyizna (Alegría).