Por: Ivonne Monreal Vázquez / Corresponsal periódico "Cambio de Michoacán".

Morelia, Michoacán.- Para algunos indígenas de Michoacán, el caso de los pobladores de Cherán resulta emblemático por ser un territorio representativo para la gente de la Meseta Purépecha, más en una época para la que a muchos resulta utópico levantarse con palos, piedras o machetes conociendo la calidad del arsenal del que se dotan por un lado delincuentes y por otro lado fuerzas de seguridad.

Pero por el momento es más fuerte el miedo de tomar iniciativas como las de esa región, porque dice Juan Manuel Ramírez Olvera, artesano de Santa Clara del Cobre: “Muchas veces preferimos no querer saber e ignorar el tema; a ellos la desesperación los llevó hasta el punto donde se acaban las opciones y se decide, como se dice, morir con la cara al cielo y con la esperanza de que un día las cosas puedan ser diferentes”.

Aunque consideró que “lo que hoy sucede en Cherán va a pasar dentro de poco en muchos otros lados, en el sentido de la unidad, porque la gente está necesitada de respeto”, opinión que compartió Daniel Alejandro Díaz Dimas, estudiante de Historia, originario de la comunidad de Santiago Azajo, municipio de Coeneo:

“La lucha de Cherán no es tan utópica, que es difícil, sí, porque los agentes exteriores tienen más posibilidades, pero a diferencia de eso, las comunidades tienen un fuerte vínculo de unidad y en un caso no muy lejano se podrían aglutinar más comunidades y adherirse a su lucha”.

Esta adhesión a la lucha de una comunidad podría hacerse necesaria, dijo, “porque Cherán es el centro comercial, político y hasta cierto punto religioso de la Meseta Purépecha, y en ese sentido involucra a las demás comunidades”.

La situación que priva en Cherán, consideró que es buena para la gente de la Meseta Purépecha, porque al no ser para esta comunidad su única actividad económica la madera, “deciden tomar medidas y se convierten en un ejemplo para otras que sí viven enteramente de la madera”.

Pero aún y cuando el ánimo de justicia podría privar en estos pueblos, dijo Díaz Dimas que la lucha es complicada, “porque involucra muchos factores que antes no estaban presentes en las comunidades, está el caso del narcotráfico, el caso de quienes monopolizan la madera, el caso de los políticos y las influencias religiosas que hay detrás”.

La de Cherán, concluyó Ramírez Olvera, “es una situación triste y que duele porque son compañeros de una comunidad muy representativa de la Meseta, pero por otro lado, hacen notar los valores que prevalecen, aunque desafortunadamente tuvo que pasar algo fuerte para que la gente recordara el valor de trabajar unidos, como lo hacíamos antes de que los gobiernos empezaran a invadir la vida cotidiana de nuestros pueblos”.

En defensa de lo sagrado

“No hay mal que por bien no venga”, resolvió de la experiencia que se vive en su pueblo Cherán, una doctora en medicina tradicional -de quien nos reservamos el nombre-, quien dijo: “No supimos ni cómo estalló la bomba, no hizo falta un líder ni una persona” que los arengara, simplemente tras “un año de extorsión y robo la comunidad se cansó”, siendo el saqueo a sus bosques el detonante por todo lo que “de rito, mito, magia y religiosidad representa para nosotros”.

No hubieran pisado fondo a no ser “porque se metieron con lo sagrado”, y es gracias a este hartazgo que la comunidad siente respirar:

“De un mes para acá no se ha visto ni una falta de respeto, todos estamos unidos, y pese a estar aislados, se vive un ambiente tan bonito, lo que quiere decir que no necesitamos de las autoridades superiores, diputados, gobernadores, sino hacer las cosas como nosotros sabemos hacerlas”.

Y aunque reconoció que aún no pueden cantar victoria, “estamos contentos, dormimos a gusto, antes de esto ya no éramos libres de salir a la calle, y ahora aquí estamos, unidos y apoyándonos, aún cuando tuvimos o tendremos que pasar por cosas difíciles para podernos corregir”.

Intrusos oficiales

La falta de respeto hacia la forma de vida de las comunidades indígenas y a su, en ocasiones, excesiva gentileza para con los forasteros, sigue siendo cosa de todos los días, y ese abuso de poder llega para ellos de varios frentes, desde gente que se anuncia como profesionista, hasta políticos de curul, de escritorio, de marketing o delincuentes y agentes policiacos.

Juan Manuel Ramírez Olvera denunció la falta de respeto prevaleciente a sus formas organizativas y a sus oficios, ya que si no es el gobierno que llega a imponer políticas públicas, son gente de título la que quiere sacarlos del “retraso”:

“Las políticas son de ocurrencias, los del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, de la Secretaría de Educación en el Estado o de la Dirección General de Culturas Populares nos quieren poner a hacer otras actividades que no son nuestras.

“Yo me pregunto, ¿cuál es la razón de que exista un organismo cultural?”, si ninguna de las figuras responsables “toma en cuenta nuestra opinión, llegan a imponer sus criterios culturales y nos quieren capacitar o mandar de promotores culturales fuera de nuestro pueblo”.

El problema, consideró, radica en que “se cree que una maestría les da la calidad moral de llegar e imponerse en los pueblos”, cuando incluso reconoció que quienes asumen los cargos en materia indígena es gente que no tiene perfil y que durante toda su gestión se la pasa “aprendiendo” cuáles son sus necesidades.

En el caso de Santa Clara del Cobre, recuerda que cuando inició su Feria, la gente de la comunidad era la que participaba y lo importante no eran los premios, “se ganaba uno planchas o enseres domésticos, pero luego entró el gobierno y desafortunadamente descomponen el cuadro porque tienen una visión política, turístico a beneficio de la iniciativa privada y no de beneficio colectivo”.

Su propuesta ahora que se suelta la “politiza” por toda la entidad, dijo que es “pedirles respeto a nuestras actividades y que hagan valer nuestra voz”, mientras que Daniel Alejandro Díaz Dimas consideró que requieren retomar sus formas de gobierno: “Necesitamos que esas formas de gobierno se hagan válidas, porque ahora existe mucha preocupación de las políticas gubernamentales que se aplican desde una visión externa que ha resultado perjudicial, porque no tienen nada que ver con nuestras necesidades reales, e identidad indígena”.