¿INDIOS O INDIGENAS? ¿TARASCOS O P'URHÉPECHAS?
Conceptos denigratorios o reinvindicativos p'urhépechas...
Por: Pavel Ulianov Guzmán Macario


En general tradicionalmente se nos ha enseñado a utilizar términos despectivos para referirnos a las civilizaciones originales que gobernaron México durante casi tres milenios, el inicio se dio por lo menos hace más de 3360 años con los Olmecas, quienes dominaron el sur del Golfo de México en el año 1350 a.e.c. (antes de la era común) hasta la caída de Tenochtitlán en 1521. Las expresiones y conceptos denigratorios se han aplicado con exabrupto para con sus herederos legítimos y su cultura, los mal llamados “indios”.

El término indio, nació de una aberración geográfica cometida por los que creyeron haber llegado a la India, ese error fue reconocido hace más de 500 años (Américo Vespucio en 1504) y quienes aún lo siguen utilizando continúan tropezando quieran o no con un absurdo error geográfico, la palabra indio está viciada de racismo y es incorrecta de origen. Análogamente los ingleses llamaron a los antiguos habitantes de Norteamérica “pieles rojas” o “indios de oriente”, los estadounidenses utilizan la expresión “amerindio” o “nativo americano”.

El concepto indígena según el Diccionario de la Real Academia Española significa “originario del país que se trata”, en México el vocablo indígena tiene una connotación de identidad y de cultura que busca reivindicar popularmente a los pueblos originales. Sin embargo indígena es una derivación indirecta de indio y continua reproduciendo la visión eurocentrista, al final la palabra pierde fuerza y suele ser presentada como sinónimo de indio. Por otro lado no perdamos de vista que los términos indio o indígena responden a un intento por homogeneizar los pueblos originales, lo cual resulta incompartible con la realidad, pues los diversos pueblos en mención se caracterizan precisamente por su diversidad.

La forma más adecuada de nombrar a los pueblos nativos es según su propio desarrollo histórico, es decir a los pueblos que florecieron en el sur del país llamarlos mayas, más que indios o indígenas, a los que dominaron el centro del país a la llegada de los españoles mexicas, más que indígenas o indios, a los que gobernaron Michoacán p’urhépechas, etc., llamar a cada pueblo según su propia cultura y su propia historia, no con términos originados en el exterior, impuestos, despreciativos, eurocentristas o en el mejor de los casos paternalistas.

Ahora bien, ¿cuál es la forma correcta de llamar a los antiguos habitantes de lo que ahora se conoce como Michoacán? ¿tarascos o p’urhépechas? es un debate entre historiadores, antropólogos, arqueólogos y lingüistas que lleva más de un siglo. Los antiguos mexicas los llamaban michoaque (los de la tierra del pescado) o quaochpanme (los de cabeza rapada). El Códice Florentino y varios cronistas entre los que se destacan Bernardino de Sahagún y Pedro Ponce de León señalan que el gentilicio tarasco proviene del dios Tharas (dios de las tempestades y de la caza) y algunos investigadores contemporáneos utilizar el término tarasco bajo la supuesta base de que es el más utilizado en la literatura histórica. Los detractores argumentan que tarasco es un concepto impuesto por los españoles y que procede de taraskue (yerno o suegro) por lo que resulta una interpretación mal intencionada y peyorativa. Uno de los primeros académicos en combatirlo fue Nicolás León en 1888.

Por otro lado el concepto p’urhépecha aparece por primera vez en la literatura histórica en la Relación de Cuitzeo de la Laguna (1579) donde se establece que los naturales se llamaban así mismos p’urhépechas, su significado ha tenido diferentes interpretaciones entre las que destacan: “gente común”, “pueblo”, “villanos”, “plebe”, “visitantes”, “guerreros” o su equivalente náhuatl “macehuales”. Los antagónicos del término lo contradicen al proyectar el concepto como una representación que sirve sólo para un sector de la sociedad y no como una forma de identidad étnica. Sin embargo más allá de las interpretaciones históricas, etimológicas o académicas un pueblo tiene derecho a llamarse a sí mismo como mejor lo decida y en este caso han decidido nombrarse p’urhépechas, por lo que la academia debe de respetar su auto-denominación estén de acuerdo o no, dejar a un lado los debates estériles y colaborar en construir un mejor presente y futuro sobre la base de su pasado, luchar a su lado en la recuperación de sus derechos colectivos.

Para terminar no está por demás comentar que al referirnos a su cultura o expresiones artísticas no debemos de remitirnos a ellas como folclor o folklor, término de acuñación inglesa que se utiliza para referirse a expresiones artísticas de minorías, lo cual en este caso no se aplica, la forma adecuada es llanamente arte. De la misma manera, al hablar de su idioma no se debe de subcatalogar como lengua o dialecto porque la cantidad de hablantes así lo amerita y por que presenta una academia para su estudio, enseñanza y divulgación (Departamento de Idiomas UMSNH). Finalmente en días pasados se llevo a cabo el “Concurso Artístico de la Raza P'urhépecha” organizado entre otros entes por el Gobierno del Estado, donde llama poderosamente la atención que en pleno siglo XXI las autoridades sigan utilizando el vocablo de “raza” cuando es más que conocido que para la ciencia, en el género humano no existen las razas, pues todos los seres humanos procedemos de una misma especie biológica (Homo Sapiens) y que es un término históricamente racista que se utilizó en nuestro país durante la colonia. Una invitación para revalorizar los conceptos que cotidianamente utilizamos.


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