LA LENGUA P’URHÉPECHA, DENTRO DE LA RESISTENCIA INDÍGENA

Es increíble como los pueblos y sus culturas indígenas han sobrevivido y han florecido a través de tantos años, ocupando un lugar claro, dentro de nuestra nación. Han convivido, con personalidad propia, con la sociedad mestiza de habla hispana. Ellos, los pueblos indígenas, mantienen vivas sus lenguas y sus culturas, a pesar del impacto, del choque entre dos mundos, de la llegada de los españoles y posteriormente de los empujes y proyectos para que desaparecieran sus lenguas.

Muchas lenguas, pertenecientes a varias familias y troncos diferentes, como la lengua P’urhépecha, han existido y se mantienen vivos. Estas lenguas indígenas, han sido portadoras, a través de los años, de diversas formas de expresión. En ellas se han compuesto cantos, pirekuas, sones, relatos de batallas, de encuentros bélicos, poemas, cantos de amor, historias de nuestros pueblos, plegarias y oraciones a los santos y a la Virgen; son cantos a veces a la naturaleza, al sol, a la luna, y que describen y expresan la cosmovisión indígena. Son manifestaciones claras de su cultura y expresiones literarias.

Sin embargo el P’urhépecha, como todas las lenguas indígenas, sufrieron un golpe mortal con la conquista sangrienta y despiadada. Los pueblos se dividieron, fueron saqueados, destruidos sus templos, casi enterradas sus manifestaciones culturales, Solamente de la mano de algunos frailes se pudo conservar la lengua con su rico contenido cultural.

Don Vasco de Quiroga, el primer Obispo Michoacano, al comprometerse con los indígenas P’urhépechas, rescató de las cenizas del incendio provocado por sus compatriotas sedientos de oro, las reminiscencias culturales que los P’urhépechas guardaban en su interior y despertó la fortaleza de un pueblo que se negaba a morir. En sus hospitales-pueblo, en su Colegio de San Nicolás, encendió la llama del renacer de la lengua y por lo tanto del renacer de la cultura. Gracias a esos testimonios y a esa voluntad férrea, es como se ha mantenido la lengua P’urhépecha,

Los años posteriores a la Revolución Mexicana de 1910, propició un nuevo descalabro a las lenguas indígenas, incluido el P’urhépecha. El abandono y marginación de los pueblos, parecería que era como la sentencia de muerte a todo lo que fuera desarrollo y expresiones culturales. Gracias al coraje y valentía de muchas comunidades, en el silencio y resignación de sus vidas, se guardó y cobijó esa cultura que alimenta y da vida a los pueblos indígenas. Años duros de vivencias solitarias y de expresiones clandestinas. Pero el orgullo indígena mantuvo la lengua y sus expresiones culturales, como el trigo de invierno que crece con las heladas en la montaña.

En años recientes se ha comenzado a sentir un nuevo despertar de la cultura P’urhépecha. Aparecen a veces solitarios, a veces impulsados por instituciones o grupos formales, a veces el sentir de maestros normalistas, de estudiantes críticos, o de personas que llevan en el alma el canto y la poesía, y se expresa el sentir de mil maneras. Esto que se conoce como “La Nueva Palabra”. A veces es el recuerdo nostálgico de la historia antigua, de el abandono y crisis social, a veces el recuerdo del hijo que se fue y no ha regresado más, pero siempre este mensaje con contenidos históricos, expresa nuevos sentidos, nuevas pulsaciones, nuevos decires, nuevas voces que expresan también queja y rebeldía, siempre con tonos de esperanza.

Es en estas expresiones, calladas y a veces solitarias, que siempre cuentan la larga historia de grandezas y decadencias, donde se haya la raíz y la esencia primordial de la palabra indígena.

Con motivo del día internacional las lenguas indígenas, expresamos nuestro reconocimiento a los hombres y mujeres que cantaron la historia de nuestros antepasados y que desde el silencio y el abandono supieron escribir y dibujar “la palabra” indígena, que se mantiene hoy en día, y que nosotros hemos mamado de nuestros antepasado, llevando en nuestro pecho la antorcha de nuestra lengua que no morirá y que mucho ha de aportar al universo cultural.

Guadalupe Hernández Dimas. uarhi.org
Marzo del 2007