Monumentos prehispánicos que edificaron nuestros antepasados, en el Señorío de Naranjan sabedores de los secretos de la de nuestra Raza. Permanecen mudas, sólo Tata Jurhíata, Nana Kúkuta, o Tata Tarhéata el viento de la Sierra que limpia el rostro de las piedras, sean los únicos que escuchan los lamentos por el olvido a que se les condenó.

Permanecen en silencio a través de los siglos guardando celosamente sus orígenes que nos dieron la vida, la identidad, la lengua madre y ahora están al pie de la sierra viendo en que se ha convertido lo que ustedes iniciaron. Piedras milenarias enclavadas en las faldas de la sierra.

Ojalá algún día nuevas generaciones descubran lo tan celosamente guardado. Ven la vida desde lejos, tal vez ansiando abrir su mundo para reconfortar al nuestro.

El Señorío de Naranjan debe revivir para seguir engrandeciendo nuestras raíces. Para poder abrazar al tiempo suyo a través del conocimiento y así reforzar el nuestro, conociendo sus secretos. Descubrir el misterio de sus vidas y entender el amor por la naturaleza igual que ellos. EL canto del caracol le canta a la siembra venidera.