Nahuatzen.- 22 de enero del 2013.- Como a las ballenas que al tiempo que se trasladan y al tiempo que se desarrollan, se adhieren a su piel parásitos indeseables; algo similar sucede a cada persona, a cada familia, a cada comunidad, a cada cultura. Y si bien a esos grandes cetáceos les resulta imposible sacudirse los parásitos, no así a las personas, a las familias, a las comunidades, a las culturas. Hacerlo, si se quiere depurar la identidad, si se anhela una auténtica libertad, obliga. Cuestión de pundonor y dignidad. O como reza el p’urhépecha: cuestión de kaxumbikua. Porque a 500 años de haber sufrido el embate de la conquista y tras 500 años de asedio continuo, el pueblo p’urhé tiene por bien experimentado y sabido que si bien hay elementos de indudable valor que con el tiempo se le han adherido, también se le ha pegado mucha basura.

De ahí que atrás de la celebración de Kurhikuaeri K’uínchikua o Fiesta del Año Nuevo P’urhé, subyaga desde hace 31 años, el esfuerzo continuo y progresivo de algunos de sus más preciados elementos por depurar su identidad y su cultura. Comenzando, por ejemplo, por responder a una pregunta: p’urhépecha, ¿quién es? A la que la contestación apunta no sólo a aquella persona originaria de cualquiera de las cuatro regiones de su territorio actual: p’ukumindu (sierra), eraxamani (cañada), japundarhu (lago) y ciénaga de Zacapu. Tampoco nomás a quienes hablen la lengua p’urhépecha. P’urhépecha auténtico será todo aquél (nacido o no dentro del territorio actual, hable o no la lengua p’urhépecha) que busca tener clara su identidad, adscribiéndose a los valores propios de la cultura, tratándolos de vivir y luchando por defenderlos doquiera.

De ahí la profunda simbología de esta fiesta. A semejanza de aquellos cuatro elementos: Echéri (tierra), Tarhíata (aire), itsï (agua) y Ch’jpiri (fuego) con los que, según pueblos antiguos, se formaban todas las cosas, son cuatro los míndecha o símbolos principales de Kurhikuaueri K’uínchikua: Tsakapu o piedra piramidal, Tsirikuarita o lanza, la Bandera P'urhépecha y, como símbolo principal, Ch’piri jimbanhi o fuego nuevo. La piedra piramidal, basalto andesítico de origen volcánico en forma de cue (piramidal de cuatro caras), elemento fundante de la arquitectura sagrada de los antiguos p’urhépecha, representa el calendario de Kurikuaueri K’uínchikua. Cada año se le ha ido esculpiendo el símbolo de la sede la fiesta, hasta acabalar 52 a fin de representar un siglo p’urhépecha de acuerdo al conteo antiguo o tuá anapu. La lanza representa al cargo mismo. Sólo el carguero actual la porta. Se trata de una vara larga tallada con dos serpientes enroscadas que simbolizan la luz y la sabiduría. Corona su punta una flecha de pedernal andesítico y diversas plumas. Se usa como mítekua o llave que abre y separa el espacio-tiempo a fin de acceder a la clave filosófica del pensamiento P'urhé: jakajkukua (creencia), ánchikuarhikua (trabajo comunitario), p'urhejkukua (defensa) y kaxumbikua (pundonor). La bandera, de nuevo cuño, representa el territorio actual y simboliza su unidad y su fuerza. El Fuego Nuevo simboliza a Kurhikuaueri (dios/sol/fuego) que sostiene y fortalece al Pueblo P'urhépecha.

A todo aquél que desee asomarse y se decida a escudriñar el trasfondo de esta magna celebración p’urhé, Iauátseni (Nahuatzen), del 26 de enero al 2 de febrero le abre las puertas. Del 26 al 30 con su Semana Cultural, del 30 al 31 con la Uanápikua (caminata), Kúperakua (recepción del Fuego), Ch’piri Patsakua ka Kuátakua Jirijpani (resguardo) y Ambajpajsikua (velación) y, corazón de la fiesta, el 1° y 2 de febrero, con la K’uínchikua (ceremonia del amanecer), Uandajperakua (acto cívico), Uárukua (juego de pelota) Kéjpakua ka Mójtaperakua (trueque) Uandontskuarhikua (diálogo comunitario), K’eri Tirekua (comida), Uanópikua (procesión), Tsípikua (festival), Uéxurhini Erontskua (espera de año nuevo), Jimbanhi Kurhikua (encendido del fuego nuevo), Jimbanhi Eiámperakua (anuncio de sede nueva) y Tsántperakua (resguardo del fuego nuevo).

Terunchiecha Iauatseni anapu
Cargueros de Nahuatzen