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En el año de 1980, el día 6 de noviembre, quedó constituida ante notario público la organización llamada KUNGUARHEKUA P’URHECHERI A.C., en la ciudad de Morelia, Michoacán. Agrupación que congregó a P’urhepecha originarios de diversas comunidades y que por razones de trabajo, profesión o estudio, radicaban en la ciudad. Al frente de la organización quedó como responsable el Dr. Ireneo Rojas Hernández de Cherán.

Dicha organización permitió que se pudiera establecer el Convenio entre la Dirección General de Culturas Populares en México, con la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, para la creación del entonces llamado Programa de Rescate de la Cultura P’urhepecha, que años después se consolidó en la Universidad como Centro de Investigación de la Cultura P’urhepecha, siendo su creador y coordinador el Dr. Ireneo Rojas. En este espacio, se comenzó a trabajar preparando cuadros con jóvenes estudiantes de origen P’urhepecha, que se formaban o eran pasantes en diversas disciplinas, y fue de este núcleo, de donde salieron Isidro Manzo Cayetano (†) de Tarecuato, Néstor Dimas Huacuz y Benigno Mellapeti, ambos de Uayameo, para integrarse unos meses después a la recién formada carrera de Etnolinguistica con sede en Pátzcuaro. Otros, nos quedamos a laborar en la Michoacana.

Para el año de 1982, se realizaron varias reuniones de trabajo, en el restaurante y café Los Comensales en Morelia, de organización, de planeación entre el antropólogo y sacerdote de Zacapu, Agustín García Alcaraz, el Dr. Ireneo Rojas, el Lic. Felipe Chávez Cervantes de Calzontzin, la Dra. Bertha Dimas Huacuz de Uayameo, el Dr. Juan Ignacio Cárdenas de Siróndaro, la Etnóloga Teresa Martínez Peñaloza, su servidora y algunos otros compañeros que sus nombres escapan a mi memoria, para definir y comenzar a celebrar el Jimbaŋi Uexurhini o Ch’upiri Jimbaŋi (ahora llamado Kurhíkuaeri K’uínchekua). Para ese tiempo tanto Agustín García como Tere Martínez laboraban como docentes en Etnolinguistica, de esa manera Agustín que era un estudioso de la cultura, analizó y reviso textos y documentos para poder justificar la actividad, trabajó e involucró a los estudiantes P’urhepecha al proyecto propuesta de celebración.

Al ser la primera vez que se celebraba, y a pesar de haber difundido en las comunidades la invitación a participar, la asistencia fue mínima: prácticamente los propios organizadores: Agustín García Alcaraz de Zacapu, Valente Soto Bravo de Angahuan, Pedro Márquez Joaquín de Cheranjatsikurini, Néstor Dimas Huacuz de Santa Fe de la Laguna, Ireneo Rojas Hernández de Cherán, Rocío Próspero de Tingambato, Isidro Huacuz de Sta Fe de la Laguna, Felipe Chávez de Calzontzin, Lucas Gómez Bravo de Angahuan, José y Angela Dimas, de Santa Fe de la Laguna, Juan Cornelio Aparicio y Carmen su sra, Rafael Cornelio Aparicio y sra, de Ichupio. Alejandro Cruz Alcántar de Santa Fe de la Laguna, Loida y Maurilia Ascencio de Puácuaro, Juan Ignacio Cárdenas de Siróndaro, los compañeros de Tzintzuntzan que asumieron el cargo y Marina Rico Cano de Uruapan. Disculpas si omití involuntariamente a alguien más.

Se desarrolló un programa explicando la razón de la celebración, basada en la observación del firmamento, como debió hacerse antiguamente en el pueblo P’urhepecha, ubicando la constelación de Orión en el cenit, señal estelar que marca temporalmente el cambio a un nuevo ciclo de vida agrícola, y que en Mesoamérica, se celebraba como el Fuego Nuevo antes de la conquista española. Agustín García, con otros compañeros, subieron al Tarhíata K’eri a lanzar cuetes y luces a la hora convenida, y desde las “iácatas” se les dio respuesta de la misma manera.

Música de orquesta, de Pedro Dimas de Ichupio, pireris, algunas danzas, una representación del juego de pelota encendida complementaron el ritual. Las intervenciones para hablar sobre la cultura y sus valores, se hicieron en P’urhepecha, siendo elemento fundamental el acuerdo, de que en la celebración, en todas las sedes, nuestra Lengua predominara.

Razón importante de la celebración, fue acordar y determinar no beber alcohol, para recordarnos que se puede celebrar, evitando el consumo desmedido, que actualmente tiene a las comunidades sumidas en el vicio, convirtiendo las fiestas en cantinas descomunales y degradando a las personas. Fue Agustín quien claramente nos lo dijo: “aquí yo me quito la sotana de cura y soy uno más” y tajantemente enunció, en la celebración, no religiones, no partidos políticos, no autoridades Federales, Estatales o Municipales, principios que a la fecha, nos rigen.

Se acordó que cada año se celebraría en una comunidad diferente, en un recorrido simbólico a toda región p’urhepecha de manera itinerante, involucrando a las 4 regiones, promoviendo el Jimbaŋi Uexurhini. Para la primera celebración, no hubo aún símbolos y los gastos originados fueron asumidos por los propios organizadores. No hubo exclusiones como apareció en un documento irresponsable que señaló que el Centro de Cultura P’urhepecha se negó a cooperar, de hecho, durante más de treinta años, este espacio cultural universitario, trabajó intensamente para cada celebración.

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Escribio: Naná Rocío Próspero Maldonado


Comienzo de la caminata, Uanápikua, que comenzó en Naranja y rumbo a Cuanajo. Fotografía de Juan José Estrada Serafin.